viernes, 16 de septiembre de 2011

Visitemos Dublín

Era mi primer despertar en Irlanda, el día anterior había tenido muchos problemas en el trabajo y la semana había sido tremendamente dura, así que pensé que sería difícil que pudiera desconectar pero ... allí estaba, abriendo un ojo media hora antes de lo previsto pero totalmente preparada para hacer turismo y disfrutar de la ciudad.
Antes de comenzar con la ruta que habíamos planeado nos surgieron un par de imprevistos así que fuimos al centro de información turística, un estupendo edificio de una antigua iglesia gótica al que merece la pena entrar aunque no se necesite información. Luego cruzamos por uno de sus muchos y diversos puentes para ir a la estación a comprar los billetes del autobús a Galway del día siguiente, andamos a orillas del rio y disfrutamos de sus vistas hasta llegar a la altura de Four Courts.
Desde allí volvimos hacia el Trinity College donde pasamos a ver la Biblioteca. 9€ por persona que incluyen una primera exposición explicativa sobre el Libro de Kells, una segunda parte donde se ve dicho libro, y una parte final en la que se entra a la Old Library. Nosotros nos quedamos con la inexplicable sensación de grandeza que da entrar a esa sala de la antigua biblioteca completamente forrada de madera, dos alturas, librerías hasta el techo llenas de libros con lomos de cuero, conocimiento de otro siglo en el que no había sobreinformación, escaleras con carriles para cada una de las estanterías, todas ellas con los escalones desgastados de la cantidad de uso que habrán tenido... No permiten hacer fotos pero en mi retina lo he dejado grabado y el recuerdo y el olor nunca se irán de mi mente.
El campus del Trinity es una delicia y desde allí subimos a ver a Molly Malone, con sus pechos brillantes por el desgaste del bronce a su roce por los turistas que posan junto a ella. Una calle llena de tiendas de diseño, franquicias y cafeterías... Decidimos serpentear por sus aledañas y descubrimos una galería comercial que mantiene el diseño de su origen con servicios actuales (Powerscourt Centre), callejones e iglesias, un rodaje de serie, película o anuncio de televisión y alguna joya como la cafetería Bewley’s Grafton Street Cafe.
Al final de dicha calle un edificio que parece un gigante invernadero de diseño contiene un centro comercial donde pasamos para comprar en Boots y mirar otras tiendas. Este edificio hace esquina frente el Stephen's Green, a tan sólo un par de calles decidimos comer en un acertado local para volver a caminar hasta el hostel donde descansaremos un rato.
Tras una buena ducha y habiendo estirado las piernas y descansado los pies decidimos salir a cenar, lo sé, son las 6 pero aquí comienza pronto la música en directo en los pubs y no queremos perderla. Cenamos en un pequeño salón de té especialista en tartas pero con buenísimos sándwiches, cuando salimos a las 19h ya no permiten la entrada y nos alegramos de haber seguido el horario de los nativos. Caminamos por la calle principal del barrio de Temple Bar y acabamos escuchando a un excelente músico que tan sólo con una guitarra y una buena voz nos pone los pelos de punta al comprender, pinta en mano, que sus canciones son los llantos de sus antepasados que ahora se comparten en los pubs como oda a la alegría de poder vivir el momento en su tierra y en su tiempo. Carpe diem.

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